A veces, después de un buen rato en silencio, consigo ver las cosas desde fuera. Con una extraña lucidez nada me parece vital, todo sigue su ritmo sin mí y no me importa. Es un refugio al margen del vértigo del tiempo donde uno está solo pero siente tranquilidad, una paz antigua. El sosiego de sentirlo todo como ajeno que te libera de cualquier responsabilidad. Es algo íntimo, siento que sólo cuento yo… las cosas pasan al otro lado de la ventanilla del tren pero mi vagón va vacío. O casi. Tiene un único pasajero. Entonces comprendo que no todo el mundo lo pueda soportar y busquen alguien más con quien compartir asiento. Yo miro por el cristal y pienso. Estoy solo, pero despierto.
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1 comentario:
He llegado hasta aquí. Lo más interesante para mi, con diferencia, están siendo los extractos de mails personales. Impagables. Pero este relato se coloca en cabeza, de momento. Me ha dolido leerlo. A veces, en bastantes líneas, me recuerdas a Nietzsche.
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