Cabe preguntarse si el aburrimiento es tan fuerte como para olvidar que nadie va a leer esto y mantener la fuerza en el tecleo. La respuesta es no. Por eso me veo obligado a creer que tú vas a estar ahí. No sé quien eres ni si existes pero tengo que creer en tí. Ya que de pequeño no tenía amigos invisibles, ni muchos de los otros, me puedo permitir el lujo de creer ahora. Y si no tampoco importa mucho porque no estoy sacrificando nada importante de mi vida, de hecho estas tardes insulsas se borran de la mente con una velocidad inversamente proporcional a la que discurren en la realidad.
Extracto de la reflexión “Antes escribía”
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