Lo hablamos todo. No somos de
esas parejas que se dejan llevar por lo que hacen los demás. Él es alemán y
lleva en la sangre eso de valorar todas las opciones antes de dar un paso
adelante. Cuando tuvimos que decidir en qué país vivir escribimos listas interminables
de pros y contras. Ganó Alemania por goleada. Así tenemos más dinero y cada vez
que salimos puedo recriminarle que como en Euskadi no se está en ningún sitio. El
tema de los niños siempre había estado sobre la mesa, desde que nos conocimos.
Para él era algo imprescindible, y para mí algo que no puedes negar a una
pareja. Cuando miras a esa tierna parte de ti que duerme tranquilamente en el
sofá no puedes imaginarte un mundo sin ella. Ahora pasamos mucho tiempo juntas
porque es verano y tengo jornada reducida. No he conseguido encontrar trabajo
de lo mío porque soy de letras y aún no domino el idioma, pero saco algo de
dinero limpiando en un hotel. Ser extranjera no es como lo pintan en los
programas de la tele. Cuando pienso qué hago aquí tengo la tranquilidad de
saber que lo he decidido yo misma. Como las musulmanas que llevan velo.
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