sábado, marzo 24, 2018

Con uno basta

Un perro y un conejo eran inseparables jugando a la pelota. Un pato se les acercó.

- ¿Me dejáis jugar con vosotros?
- No te necesitamos, dijeron al unísono.

Un día la pelota cayó al agua. El perro y el conejo se enfadaron porque ninguno podía cogerla. Culpaban al otro de no poder recuperarla. El pato los vio y se la devolvió.

Moraleja: Nadie puede dártelo todo.

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Autoengaño

También el círculo creyó encajar en el cuadrado de su diámetro.